Paul Bercone

¡Ay...!

Las cosas que me pierdo,

obedeciendo lo que es:

la suavidad de las telas,

la suavidad de la piel,

los calores en invierno,

por no haber sido mujer.

 

El compañerismo a ultranza,

el erguirse en fuerte contra \"él\",

el compartir los secretos

sobre la fiel y yo infiel;

el revoloteo de faldas,

por no haber sido mujer.

 

El poder sentir la vida

dentro de una crecer

¡Otra que armas ni coches!

eso sí que es el Poder:

crear vida, no sesgarla,

es lo difícil de hacer.

 

Sin un pizca de envidia

de Einstein o de Gardel,

Marie Curie y otras muchas

hicieron igual papel.

Y los hombres somos esclavos

de las chicas del burdel.

 

La dulzura, la tibieza,

el mirarse y comprender,

dar contención con los brazos

y con los senos, de comer,

y con todo y más abajo

el infinito placer.

 

¿Qué podemos los varones,

más que ser buenos hacer?

Agradecer (que) el Amor (sea) ciego

e intentarlas merecer;

suplicar que no despierten

de su sueño de papel.

 

La comodidad de las faldas,

la real belleza poseer,

la inteligencia intuitiva,

y el verdadero poder.

¡Las cosas que me pierdo

por no haber sido mujer!