El viento llora a mi paso
por la ausencia que me dejas,
distancia se llaman quejas
por el final inoportuno;
pues dejándome solo y uno
caminando en el desierto:
más vivo estaría muerto
y no habría desazón,
más luces en mi razón,
más norte en mi desconcierto.
Aunque no tiene importancia
no hay letras con elegancia
que vistan mi desconsuelo,
no hay nada que rompa el hielo,
ni siquiera este poema
que lo escribe mi alma y quema
con un fuego abrasador
derritiendo con calor
en el hielo de las penas,
lo que corre por mis venas:
desconcierto, pena y amor.