Pasan y pasan los días,
pasa y pasa tardo el tiempo;
¡muertos los días de estío
y los de Otoño ya, recuerdos!.
¡Hoy!, un sol opaco y débil
que apenas entibia el suelo,
ni proyecta luz al día,
ni al amor aporta fuego.
Las fuentes, de hojas marchitas
llenas están en silencio.
En los parques y jardines,
en los montes y senderos
esqueléticos árboles
yacen mustios y quietos.
La tarde llega plomiza
y en tristeza tiñe el cielo.
La mañana impía en frío.
En la noche corta el viento.
Las estrellas ya no brillan.
Insondable el firmamento.
Tiene un misterio la luna
con rumores de lamento.
Frío de pena en el alma,
frío, en tuétano y huesos,
el cuerpo, no tiene savia,
sus venas, no tienen riego.
El corazón no palpita
llora solo en desaliento.
La mente, en bruma anegada
por crudos soplos de invierno
que nos trae la ventisca,
la helada, el aguacero,
la gran nevada copiosa
y un vago tiemblo en el pecho.
Irán pasando los días.
Tardo… pasará el invierno,
con él las tardes plomizas,
el sol brillará de nuevo,
los días serán azules
como azul intenso el cielo,
las noches serán de luna
y de luz el firmamento,
el corazón palpitará y
con él… llegarán los besos.