Hoy desperté con la idea de que tú ya me amas,
que me extrañas, me quieres y deseas
como a mí me sucede siempre cada mañana.
Desperté ilusionado, más contento,
satisfecho y gratamente enamorado.
Con el día radiante totalmente iluminado.
Tú has logrado que mi vida cambie,
que mis sentimientos se transformen,
que me enamore de ti, de las cosas, los sabores.
Vivo al pendiente del olor de las flores, los girasoles,
del vuelo de las aves, de las mariposas que se posan en tu pelo.
De tu alegre voz de agua en la mañana.
Te veo con tu inseparable taza de humeante café,
con tus sandalias cada que pasas a mi lado
cuando vuelves presurosa del trabajo.
Y entonces comprendo lo que eres en mí,
en mi mente, mis sueños, en el rabillo de mis ojos
que disimuladamente te miran al pasar.
Eres el centro de mi universo, eres lo macro, eso es cierto.
Eres mi alma, mis ansias, el más grato de mis sentimientos.
Eres la sangre que corre por mis venas.
Eres el aroma que hay en los mercados, las fondas,
los miles de colores de un zarape de Saltillo,
eres el sonido de las campanas de una catedral.
El sonido de una marimba, los sones del mariachi,
el compas de un zapateado, el sabor de un rico mole,
los buñuelos de Morelia, sin azúcar para variar.
Eres además un rico atole de guayaba, una jícara de pulque,
un beso en madrugada, lo tibio de una almohada de plumas,
eres la flor, eres el canto de una cascada.
Cuando disfruto de la danza de los matachines
el corazón me agita en forma violenta
y es la misma forma que me agita cuando te miro al llegar.
Juntos somos un complemento en este andar.
Siento que soy el cántaro, tú eres el agua,
soy la taza, el recipiente, tú…. el más aromático café.
© Armando Cano.