Con esencia triunfal nagrandana,
con el viento en ciclón convertido;
se levanta mi pueblo oprimido
por perversa conciencia tirana.
Con bizarra hidalguía espartana
y coraje de acero pulido,
se despierta con magna entereza
de su estirpe, de enorme grandeza.
Con la flama de lava volcánica,
y su tea de luz esmaltada;
en el alma, de amor embargada,
se desliza su furia titánica;
que estremece la orgía satánica
que a justicia la tiene encerrada,
ya que sabe que al pueblo alimenta
el fervor que al valiente sustenta.
En violenta y crecida corriente
se convierte del pueblo su anhelo,
y mirando su cálido cielo
orgulloso levanta su frente.
Libertad le palpita ferviente
y su sueño levanta su vuelo;
exigiendo con voz que acaricia
sus derechos de paz y justicia.
Los colores de nuestra bandera
nos invitan con fe pasionaria;
a la lucha febril libertaria
con su tiara de regia guerrera.
De su estampa parece vertiera
opinión de actitud temeraria;
que es del hombre la copa de vida
por su origen de casta aguerrida.
Observando la verde esperanza
y lo claro del gran firmamento;
vestiremos de azul pensamiento
y de blanco la férrea confianza.
Portaremos honor y templanza
que nos brinden excelso portento,
de acabar la impiedad de las hienas
destruyendo sus negras cadenas.
Autor: Aníbal Rodríguez.