Desde lo tibio del muerto que aún vive
detrás de una arquitectura dudante
les invito al funeral de un amante
que se enterró en el silencio y escribe:
Nunca amé la silueta que convive
en el placer de burla lacerante
nunca amé la belleza que, punzante
siembre encanto de musa y no cultive.
Nunca fui, nunca quise, nunca amé
mi profesión es morir diluido
enajenado de todo y de todas.
No me importan el ajuar y las bodas
nunca pude conservar lo que hallé.
...
más me importa profanar lo prohibido
y llevarlo a mi tumba de secretos
bien guardados, consumados, discretos.