Si Soledad dejando su origen de donde se halla frente al mar caminó sobre la arena y se fue para su hogar, un hogar, el cual, Soledad no quería llegar, si ella vivía sola. Si es una amarga soledad, la que conlleva una mala sustracción de creer en el alma a costa de todo, cuando en el rumbo y en la ocasión de dar con el dolor se fue Soledad hacia la más grande e inmensa soledad: su casa. Y, allí, en el recibidor donde supuestamente recibe visitas la niña jovenzuela donde quiso colocar un cuadro de esos colgantes del museo, en que ella a veces lo visita. Y quiso ser feliz, pero, su rumbo quedó como un mal deseo en amar ciegamente a su propio destino. Y fue por donde el viento se siente como aceptar un deseo entre su más calma, sí, la calma que le dejó el mar y el viento. Porque cuando en el dolor de estar en la sola soledad, se vió herida y tristemente adolorida, y tan fría como el mismo hielo o como la misma nieve en que se siente el frío. Y la sola Soledad en el imperio sosegado de creer en el alma y con un sólo desastre de dar con el silencio se vió automatizando la espera y tan inesperada de dar con el alma una sola soledad. Cuando en el alma se vió automatizando lo indeseado de dar con el alma una fuerza en la voluntad de dar con el alma una frialdad a muerte que por consiguiente se torna desesperadamente inocuo. Cuando en el alma se sabe que el deseo se aferró al trance de la verdad cuando en su alma de flor o de rosa clandestina se aterró al desastre de creer en el alma una mala situación. Cuando en el alma se siente como el mismo pasaje de dar a rienda suelta la forma de creer en el alma una fuerza en atraer el mismo desastre de dar con el alma aferrándose a sólo trance de la verdad de que se halla en la sola soledad. Cuando en el instante se edificó la perfección y de un sólo mal tiempo en que se guardó la misma paz en el alma, cuando en los celos del alma se vió como el principio de un sólo todo en una misma mala situación en que se guardó la pureza del alma. Porque cuando en el albergue de un sólo comienzo se identificó como el mismo corazón un latido muy fuerte y queriendo amar a su solo corazón, se vió enfrascada de un sólo deseo. Y ese deseo era hablar con el silencio, cuando ella, sólo Soledad le dice, -“escucha: silencio”-, cuando en la alborada comenzó con el derroche de empezar a mirar el desastre de dar con la simple sentencia de dar con el dolor fuerte, sí, y en su pobre alma. Y se fue Soledad por donde se siente el frío y más que eso en el alma fría se siente como el mismo deseo de entregar el mismo paraíso en saber que su esencia como el mismo frío dentro del ocaso se sintió tan delicado como el algodón en la misma piel. Cuando en el ocaso inerte y suave se sintió como el mismo delirio y tan frío como la misma nieve en la piel y eran las aguas de ese mar desértico. Y de ese viento automatizando la gran espera y tan inesperada de dar con el alma muerta en querer amarrar el trance de la verdad. Cuando Soledad pintó en el cielo un corazón, sí, en ese atardecer de un ocaso y tan verdadero. Y es tan real como el mismo cielo de azul y de una gran tempestad, que se aferra el mismo delirio frío y es su propio corazón. Y si se despierta su alma del terrible de un ocaso, y si se encierra el temor en ser como el mismo instante en que se cuece el alma de iras y de temores inciertos. Si ella abre su sentido al silencio, cuando le dice, -“escucha: silencio”-, y se siente como el mismo instante en que se siente la alborada en el alma desierta, cuando es otro día. Cuando en el ocaso se siente como el decir -“escucha: silencio”-, si en el mismo instante se cuece de delirios inefables, pero, tan inmensos como el mismo silencio que hoy habita dentro de Soledad. Cuando en el alba quedó como el mismo imperio sosegado de penumbras adyacentes cuando Soledad se mira en el espejo del cielo mismo. Cuando en el altercado frío se vió horroroso el instante de creer en el más delirio nefasto de dar con el alma fría un mal sentido en la misma piel. Y de creer en la alborada de ver el sol como una mala luz en todo el mundo. Cuando en el cielo mismo se siente como una reyerta o una camorra dada desde el mismo cielo frío y con una nieve álgida en que sólo sabe de fríos aledaños como estar siempre dentro de la misma alma fría. Y con el ademán frío y el sentido frío y tan álgido como el inicio de creer en el alma y con alas sin quebrar, Soledad, quiso volar lejos, pero, aunque quiso no pudo. Cuando en el frío se siente como el delirio y es tan opaca la luz dentro de la misma alma de Soledad, cuando en el ocaso se sintió como el mismo desenlace frío de creer en el alma y sin cadenas amarradas al instante en que se siente como el ave poder volar lejos y sin alas quebradas. Si en el ocaso se siente como el mismo delirio frío si se siente como el mismo imposible cielo en que se siente como el mismo sol y en cada palabra de la vida una letra equivocada que no te dice nada. Si el alma de Soledad empezó en la cálida temporada de creer en el alma fría de dar con el tiempo desafortunadamente en el alma desierta. Cuando en el alma quedó en el ocaso un funesto mal instante cuando en el alma quedó como una cruel tempestad. Y Soledad lo sabe que el instante se vió marcando el delirio frío cuando en el alma fría se siente como el mismo desafío y se siente como el mismo instinto lleno de sabidurías innatas. Si desafortunadamente queda malherida y de un sólo instante en que su esencia se vió formando la ira y el odio de un nuevo destino. Porque cuando el alma de Soledad, se marcó de lluvia en frenesí y se vió atormentada de espantos y de un sólo silencio en que su vida se vió inalterada de fríos adyacentes y de penurias insolventes cuando su vida se forzó a decir -\"escucha: silencio\"-.
Continuará…………………………………...