Eres musa deliciosa
motor de mi fantasía,
y ya de noche o de día
también guía silenciosa.
Me llevas por tus caminos
entre luces de colores,
sobre pétalos de flores
y suaves aires marinos.
Tu presencia me condena
a no poder olvidarte,
por tanto que supe amarte
cual olas entre la arena.
Y vuelves a mi presencia
para ayudarme en mi sino,
que cae en triste destino
cuando presiente tu ausencia.
Y vivo necesitando
que me quites las espinas,
que duelen y son dañinas
y me están martirizando.
Si no te tuviera ahora
no se en verdad lo que haría,
y aun siendo tú, fantasía,
sin tu paso mi alma llora.
A veces te difuminas
y te sospecho intangible,
mas eres imprescindible
para poblar mis esquinas.
Y cada rincón de mi alma
se estremece en tu presencia,
y dolería tu ausencia
que robaría mí calma.
Por ello va mi clamor,
del cual el cielo es testigo:
¡Que no me falte tu abrigo
ni se pierda nuestro amor!
Jorge Horacio Richino
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