Me preguntaron cual era el color del amor, y por inercia uno piensa en el rojo, en el flameante rojo, símbolo de la tentación y pasión, el color de la sangre que cruza de vena en vena, pero yo sé que no es el rojo.
No es el rojo.
El color del amor es más cálido, con toques de realismo mágico o quizás de modernismo.
El color del amor es el azul, como el azul de Darío, como lo místico y celestial, así es el amor, del mismo color de la poesía, inexorablemente unidos en los ojos del poeta, el azul de Bécquer que se hunde en las pupilas, el azul de la ilusión y la melancolía.
El azul, sin duda, el color que amo y el color del amor en mi poesía.