Estás en cada flor,
en cada vuelo,
en la sonrisa
de nuestros niños
y en el viento.
Estás en los ojos
enamorados,
en los labios
después del beso,
en las tardes
de verano
y en abriles
creciendo.
Estás en todas
las mañanas,
en el rocio
de enero,
en el aroma
del jardin
y en la hora
del sueño.
Estás en todas
las palabras,
en el canto
y el silencio,
en la lágrima
que cae
y en las hojas
que cubren el suelo.
Estás en cada minuto,
en lo que busco
y no tengo,
en las estaciones vacías
y en el andén
del tren
del misterio.