Bienaventurado sea el desandar,
Benévola la incertidumbre por saber, por hacer.
Acertado el incruste del sediento amor en la más fina fibra,
Y el ahondar del paralelismo en la eterna existencia.
Arduo es vencer al vacío aún ausente,
Y en la ausencia misma, develado sea el estupor.
Volátiles los reflejos
Y versátiles las confluencias.
Marchita la audacia, y aún más
En su fluidez, desvanecida.
Persistentes sean las andanzas bajo el efecto del deseo,
Y desapercibidas las huellas cristalizadas.
Aquellas asentadas en la reseña de una historia,
En la irreversibilidad del ayer,
En la vida misma.