Con el corazón de fondo
convertido en ruido suicida,
la voz infeliz se cansa de ser,
inmersión icaria,
azarosa runa del deshielo,
hay miradas que perfuman
el espíritu caído del mar,
así como la desnudez
es el robot de la luz
y exige carne anónima,
sobre los colores trasplantados
de las flores agónicas
donde prospera la piel hermafrodita,
que se tiene en pie
como un vaso de agua
medio lleno de arañas,
imagen descosida
sin contemplación alguna.