Oh que noche tan preciada
junto a un nacimiento ornado
unas luces preciosas encajadas
iluminan a familia pobre y se han tornado;
a dedicar un momento al bien amado;
no hay grandes regalos ni una cena
los bolsillos vacíos ¡que humilde fiesta!;
solitaria sin champagne y sin orquesta.
Adentro solo queda conformarse,
contemplar sus rostros uniformes,
pero algo se mueve sin variarse:
el amor entre ellos sin desarme.
Un espíritu los llena
¡Felicidad!: eterna espera,
mueven una vela que esta plena,
e Iluminan el acto de su pena.
Se dirigen al lechito sin regalo,
miran la familia que vida difumina,
Jesús José y María en ese retablo
y el ambiente de gozo se encamina.
A las doce en hora entrante
el reloj corre manecillas,
recibiendo al tierno niño tan calmante
abrazos entre ellos se encasillan.
Y así, la noche con su luna son testigos
de tantas navidades de los pobres
pero al calor de Jesús tornan amigos
sentimientos e ilusiones pormenores.
Hay tanta ilusión para esa pena,
de cambiar los ejes de la tierra,
pedir a Dios que siempre llena
un mundo sin hambre y sin la guerra.
Hay cuantos pobres en navidad se quejan
ladridos huecos sin saber la eterna:
de un salvador que vino a librar de gehena
en esta noche de paz siempre fraterna.
No, no ha sido un momento sin sentido,
¡Oh! tu pobre, que te encuentras en esa noche compungido;
sal de tu vida mísera causada por tu olvido,
y es que Dios ha nacido como tú, sin fino vestido.
Y ya cuando comprendas su llegada
alegra tu alma pasajera,
no lo sueltes en tus penas en brigada,
lleva para siempre su palabra consejera.
Con que luces fastuosas las ciudades se iluminan
en esta noche celebrando a un niño pobre,
miren ahí el amor que ilusiones preciosas encamina,
no solo lo efímero de regalos en un sobre.
Y a ti familia humilde, en tu mundo tan postrero,
sigue adorando no canses ni un instante,
Él vendrá eso es verídico y certero,
alegrándote en su navidad de paz tan confortante. Fin