Golpe de mar

Me ratifico

El gusto a rancio de mí mismo 

se descuelga por mi boca, 

rappel gravitacional.

 

Los nidos de palabras amainaron el descenso 

hasta posarse, elegante, sobre una era estercolada.

 

Olor fecundo.

 

La semilla húmeda de llanto arraigó, 

fuera de toda mirada, sin miramientos

a expensas de la documentación.

 

Indomesticable.

 

Surgió la bravura en el desconsuelo

surgió tenaz la autodeterminación 

surgió el guiño en un mar baldío.

 

Una sonrisa en salazón.

 

Y asi luchó raíz con estas armas atributos, micorrizas

hasta abrazar el consuelo de mañana, lleno el cáliz de esperanzas de Sol.

 

Y la flor obligada de equinoccio

derrochadora en un aroma embriagador

atisbó las dulzuras más etéreas

que una vez más, 

esculpirían, al David, 

sabiéndose de hielo 

en mitad de la tormenta tropical.