Al saber que mi corazón cambia de sintonía cada año, el ritmo cardíaco nunca sufre una avería esperando un nuevo año. La música se opone a dormir, ya que el folclor de las mañanitas acompañan las luces que adornan lo que está por venir. Muy temprano estoy de pie, caminando mi cochinito al lugar de sacrificios, donde une su lamento a todas las quejas por ser el plato preferido.
Con su sazón enriquecido y un sabor culinario, pretende ser el lechón asado. Crujiente es su sonido, culpando de buena manera aquel asadero, que brindó el punto de temperatura para ser ingerido. Flexible es su capacidad, involucrando una manteca para al otro día calentar.
Guaguas y maletas son partes de las conmovedoras escenas, donde los rostros y las facciones eliminan el mar y los kilómetros de aquella llamada en espera. Mientras que Juanita ha engordado, Ruben ha llegado más blanco, pero las lágrimas de alegría de la vieja Agustina, indican que los pañales de los dos, los hacen reconocibles para toda la vida.
El parque no pretende quedarse atrás, porque la competencia de la mejor telera, insiste en estar presente en la mesa familiar. Las uvas y manzanas se prestan a brindarte un árbol navideño decorado, vivo en olfato, y nunca comparado con el madrugador e iluminado. Feliz Nochebuena despiden cada compra, donde todo festejo va más allá que el dinero.
Llegando la cena, las variedades de alimentos brindan una elección que pretende expandir el apetito, ensalada mixta, arroz y el pastelón de plátano amarillo. Una oración une el lazo prestigioso, y el amén declara la bendición del panorama alegre y lleno de gozo. Mientras que el brindis declara barriga llena ,los mejores cuentos e historias se dan después de la cena.
Al llegar el otro día, el despertar mañanero nos regala unas par de horas pegados de las sabanas. El círculo familiar se hace presente al despertar, bendecidos son los ojos que lo pueden admirar. Las maletas comienzan a hablar, dedicándote un artículo con más amor e ignorando el precio y su valor. Sonrisas y abrazos contagian el ambiente, pero la mejor comida del mundo se hace presente. El aroma invade todo sitio, ya que se calienta aquel banquete que sube de rango al ser más jugoso y delicioso.
Días de amor y paz, de reconocer y entender el motivo de la navidad, el repellente
de la rutina, y la razón de vivir para llegar a ese maravilloso día. Tal vez algunas lágrimas despiden el momento, puede ser que la lejanía empieza a ser nuevamente una realidad. La posibilidad de estar ausente puede existir cada día del año, pero adorado es el corazón, que guarda esos recuerdos que insisten en vivirlos para una nueva colección.
Feliz Navidad Colegas...Que El manto del Todo Poderoso cubra siempre a cada familia.
Antonio Liz