Aquí se quedó todo,
la caricia y el beso,
la noche fue más noche
y la palabra... silencio.
Aquí se quedó el amor,
enredado en tus pechos,
en tus piernas y cintura,
en el abanico del tiempo.
Aquí se quedó la vida,
entre la muerte y el sueño,
un collar de perlas negras,
que penden desde el cielo.
Aquí se quedó el deseo
de quererte hasta los huesos
y secarme los días fe lluvia,
con suspiro de savia y fuego.
Aquí se quedó el olvido
y se perdió el recuerdo,
en un lecho que nos une
como el mar y el universo.