Hasta en mis frágiles huesos
resuena el punzante ardor que percibo
en el centro de mi pecho,
mientras yo escribo.
Hasta mis achinados ojos
se encuentran hinchados y cansados
ante estos inevitables y sensibles
sentires despachados.
Hasta mi boca seca y desgastada,
donde se posan mis lágrimas saladas,
aún recuerda la unión junto a otros dulces labios,
tus labios
de los cuales resurgen alegorías cantadas.
Hasta en mis vagos pensamientos
transita la imagen congelada
de tus delicadas y suaves manos
que me ponen en sintonía,
ante una belleza inesperada.
Hasta en mis sueños,
te espero.
Hasta en mis entrañas,
te siento.