Unos días de descanso, se augura que habrá buen tiempo.
Me llevo para mi casa, a mis nietos, los varones, no es que yo los quiera más, es que son los dos mayores.
Ellos vienen muy contentos, yo de alegría repleta.
Hemos llegado a la casa, y me voy a la cocina, ellos marchan a cambiarse.
De pronto, dos ciclones, de máxima categoría.
Mi librero en el suelo, juguetes por todos lados, el dormitorio revuelto, y ellos dos acalorados.
Entre tormentas va el día, pero ya llega la calma: el ojo del huracán y yo al fin a descansar.
También allí diferencias, y saben, pues yo soy la causa, ahora discuten por mi.
Se duermen sobre mi pecho, plácidos están durmiendo cada uno a mi lado, yo en el medio, miro al techo, en mis brazos abrazados.Y mis brazos: adoloridos, si señor acalambrados
Me despiertan dulces besos, el sol aún no se levanta. Ellos son madrugadores y yo sigo tan cansada.
Y regresan los ciclones, el ojo va de pasada.
Mis nietos, ellos son mi vida, pero ¡cuánta resistencia!