Ella, sufriendo de una extraña
enfermedad en un hospital, y su
amante de farra en farra; que pena
con ella, cuántas veces le rogué, que
no se fuera de mi lado, que aún la
amaba, me dejó triste y apenado.
Hoy me da pena su caso, porque
solo Dios puede salvarla, de ese
mal que padece, y se arrepiente
por esa vida que cogió, noche tras noche,
y amanecía en copas; solo puedo
rezar por ella, que la cure de ese mal
que padece, y llora porque no aguanta
los dolores ,que día a día la tormenta.