De esas breves aproximaciones,
tan lentas, en lo sumergido, donde
habitan estercoleros, ruidos, sonoridades
tan blasfemas. De aquellas explosiones
que dejan tullidos los labios, las dentaduras
opcionales, de esas célebres damas
cuya incertidumbre asimila vilezas.
De lo dicho, no de lo hecho, de esas expresiones
que ejercitan los testículos tan rectos, tan
esbeltos, emitiendo su sonido
de caracol incierto, de estallido en la sombra-
donde seguramente nacen más niños-.
De lo aburrido, donde habitan labios,
sueños, esas estelas del alcohol incipiente,
otrora simiente de placebos, de discursos
sencillos, aparentes.
De esas levedades donde el monarca cumple
sus atributos sociales, paz, concordia, sumideros
donde se deslizan los tétricos amuletos.
En lo erguido, solitario pinar de frecuencias
excesivas, donde la mano orienta su pis de infectas
maniobras, cumbres, rodillas maltrechas por el país
venidero, como camión de basuras, indolentes.
De esos ruidos, que alimentan los gloriosos discípulos,
versos sin congruencia, determinados llantos
de peces ruines: no pretendo que me entiendan.
De aquellas prohibiciones que vienen de lejos,
manos extendidas abruptas manifestaciones conjuntos.
De lo que emerge como sombra en el latido de la amalgama.
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