Yo ya no soy el que era, y no soy el que seré.
En ambos infiernos estoy ya desconsolado.
Porque hubo un día en no te conocí,
Y mañana sé que te irás de mi lado.
Pero es hoy que te tengo y es la calma
la brisa que abraza nuestro silencio.
No necesitas, ave santa, de tu arrullo
pues tu único saludo ya sacude los vientos.
Oigo tu nombre volar en los lindes del cielo.
Tu eres como esta pluma con que te escribo
suave y alada como la tarde en los olivos.
Dejemos nuestras almas hacerse a merced del viento.
Serás amada en lo que dure este cruel presente
Como el sol a la tierra, así te amo toda.
Te amo con lo que tengo, aquí y ahora,
mañana he de sobrevivir a tu luz ausente.