El inclemente verano
solo brumas ha dejado
y los verdores del monte
también se los ha llevado.
Es tan espesa la tarde
que el sol gime lastimado
cuando se acerca a los bosques
y los ve morir quemados.
Los ríos se sienten tristes
las aves se han alejado
solo quedan las cenizas
de aquellos hermosos prados.
Ojalá que los veranos
pasaran apresurados
y si existe algún indicio
de una mano que ha quemado,
le suspendan ipso facto
la libertad al malvado,
por ser un vil incendiario
y por los daños causados.