Renovemos la esperanza
uniendo los corazones
y vibremos de emociones
por el niño ya nacido;
que no veo convencido
de cuidar sus posesiones.
El Señor, el Nazareno,
hijo de su propio padre,
por mucho que se le ladre
parece sordo de oídos,
pues no escucha los bramidos
del mundo que es un desmadre.
No puntualizo cuestiones
que todos bien conocemos
y, por cierto, no entendemos
si nos soltaron la mano;
para que diablo inhumano
quiebre lo que poseemos.
Nos ha dejado una cruz
quizá para comprenderlo
y más, mucho más, quererlo,
lo que no es tan necesario.
Ya es mucho nuestro calvario
y complejo padecerlo.
Vamos desafortunados
en vías de triste sino,
atropellando el camino
y alimentando el fracaso,
de las gentes en ocaso
ante tanto desatino.
Y en tu carácter Divino
te rogamos atención,
junto con tu bendición
desde tu reino de gloria,
pedimos nos des victoria
salvando tu creación.
Sabrás tú, seguramente
que el peligro nos asecha,
muchos con vida desecha
requieren de tu presencia
aunque no esté la evidencia
de tu asistencia; a esta fecha.
Por lo tanto te rogamos
si eres tu quien nos gobierna,
que venga tu alma fraterna
para que todo mejore,
pues no habrá quien te valore
si nos dejas duda eterna.
Jorge Horacio Richino
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