He cruzado desiertos
he surcado cien mares
he volado sin alas,
he sufrido estertores,
he esperado sentado,
he estallado de rabia,
me he dejado la vida
encerrada en su jaula
por seguir a un fantasma
por huir de mí mismo,
por creer lo increíble
y arrojarme al abismo.
Pero pese a quien pese
no rendí pleitesía
ni al poder, ni al dinero
ni a caudillos, ni a guías
que prometen futuros
y secuestran tus días
entre himnos, banderas
y soflamas vacías
mientras venden tus sueños
tu futuro y tu vida
a becerros de oro
con las tripas podridas.
Hoy me miro al espejo
y me veo más viejo,
no me veo más noble,
no me veo más sabio,
pero aun hierven mis ojos
cuando abrazo a mi esposa,
cuando veo a mis hijas
libres, sabias y hermosas,
cuando beso a mis nietos,
cuando juego con ellos
Y retorno a la infancia
en un carro de fuego,
cuando cierro los ojos
y el amor se desboca,
cuando tomo la pluma
y la mojo en el alma,
cuando alumbro mis versos,
cuando sueño despierto
cuando sé que estoy vivo
¡Aun me queda esperanza!