Y en el salitre justo,
la envainada boca.
Sustento mineral
de rabias o blasfemias,
ahora, loca risa sobre
la arena; fábula de niños
que abren oportunamente,
sus braguetas. Soliviantan
a sus madres, moralidades.
Su boca, risa tenue o luz
de espuma sobre rocas.
Y el perfil, quieto o incierto,
fugaz en la playa, donde bailan,
estragados, los cuerpos.
Camuflan sus deseos, los chicos
que enamoran: sólo eso, deseos.
Perros que enflaquecen y sombras
de agua destilada, pura.
De risas locas, de blasfemias,
de improperios, las bocas y los labios,
llenos, de inmersiones en lo oculto
del océano. Soportando sólo
la luz más alta, la risa oscurecida,
el llanto aproximado de los desvanecidos
vergeles-.
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