Ese afán de hermosura.
De belleza inalcanzable,
incluso, me atrevo a llamarle,
inexistente,
mera imaginación
del ignorante
que te contempla.
Ese mortificador intento
de parecer bonita,
de poseer belleza,
sin comprender, pues,
que tu belleza no depende de ti.
No te cuadra?
que hermosa eres siempre
ante tu enamorado,
pues no hay mujer bonita,
tampoco lo contrario,
sólo mujer,
magnificante ser,
con todo lo que representa.
Radiante, maravillosa y ejemplar
es aquella que lo comprende,
redentora de la pretensión
que esclaviza a bastantes,
en cambio beneficia a otras tantas.
Mujer.
¿Es acaso para alimentarte, vanidosa?
De ser así, le posees,
eres hermosa,
mas no por tu físico;
sino por tus gestos,
la gracia de tu andar,
el brillo de tu mirar
y la agilidad de tu pensamiento.
Irradias sensualidad incomparable,
sin siquiera notarlo;
mordiendo tus labios delicados,
riendo a carcajadas,
sonriéndole al día,
a la noche,
al niño,
al anciano,
al clima,
y a mí