Te fuiste y no cerraste bien la puerta, así me quedé pensando en que volverías.
Pasaron horas, pasaron días y tú para nada que aparecías.
Grité al viento que la puerta cerraría y fue entonces cuando te vi pisando la entrada...
pero no cerraste ni abriste la puerta. Con maldad, de nuevo te marchaste.
Y pasaron horas pasaron días,
y tú para nada que aparecías;
y pasaron meses pasaron años.
y tú para nada que aparecías.
La puerta sigue como la dejaste, más con polvo y algunas telarañas.
Pero esta noche cerraré la puerta, pues es hasta ahora que me doy cuenta que tú no te fuiste para volver y
que quien cerrar la puerta tenía,
no eras tú,
siempre fui
yo...