Ven, tómame entre tus brazos,
y hazme feliz con los besos
de esos labios rojos, tersos,
mi más supremo regalo;
las caricias de tus manos,
el tesoro de tu cuerpo,
inolvidables momentos
que siempre juntos gozamos;
devuélveme la alegría,
el delicioso placer
que entusiasmaba mi vida
con lo tibio de tu piel,
con esa vida tranquila
que en tu regazo encontré...