Cuando venga la mañana
y mis ojos vean al despertar
la vida mía que tú me das.
Brota en mi corazón alegría
de no ser como en otro día.
Y en mis labios brotan
alabanzas de un recién nacido
que oía y no entendía
que veía y no miraba
que hablaba y el aire llevaba
que tocaba mas a ti no sentía.
Eran un derroche mis pasos
que en mi libre albedrío
cada día se perdía.
Más llego el día y la hora
en qué te oí y entro temor
a mi vida descarriada.
Te doy gracias, oh Dios,
por cada instante de tu perdón.
Alabanzas nacen de aquel que murió
para darle Honra a mi Dios
que siempre me amó.