Un día, estando aburrida en casa, traté de
entretenerme, leyendo el periódico, que
para mí es un deleite, entonces empecé a
leer una crónica, que decía lo siguiente:
“Condenado a muerte recibe cadena perpetua.
ante tal decisión, el pobre hombre respondió:
Señor juez, le pido sentencia breve para acabar
con esta pena, no quiero encierro de por vida yo
quiero autoricé la inyección letal, púes así, y de
poco a poco, yo voy a ir muriendo, recordando
paso a paso, como yo he matado ami amada, por
amor, púes ella ya tenía un nuevo galán, y yo no
estaría dispuesto, a ser nada en el amor de esa mujer.
ella ya me iba a dejar, cuando en eso, yo una daga
le saqué, y tres puñaladas en el pecho le dejé.
mientras ella se desvanecía, en mis brazos, yo le
besé con pasión, y llorando amargamente, ahí se fue.
La contemplé, y le recé, diciéndole amada mía perdóname
aunque sé que ya has muerto, es el destino que me ha empujado
hacía el precipicio abismal, de los celos como hombre que no
pude controlar, y aunque piensen que soy un criminal, yo amé
a esa mujer. Hoy me condeno para siempre, con la daga criminal
aquella que en el pecho a mi mujer yo le enterré, no tengo dicha,
y ya no hay amor, hoy sólo me queda un gran dolor el recuerdo
de que ya nunca podré ser feliz, y a mi amor con mis manos la maté.