Ben-.

De noche-.

Y tu vacío

duro en las entrañas

un perro sucio y ladino

que emitiera sustentaciones

luz de golpe fortuito visceral

la lascivia provocada, el latinajo

escupido con indiferencia.

Lo otro, simpático por antonomasia,

sucinto en su gloria de poder autónomo,

recuperador de exámenes en el agua putrefacta,

no le atañe. Tu vacío redentor

tu participación en soles, tu fórmula

de sutiles maneras adecentadas.

 

 

 

Oh sí, lo que sucede en una obra griega.

El espanto de tener que hacerlo en la calle.

El esplendor de la lluvia nocturna a cántaros.

Lo que ocurre en una noche en cualquier lugar.

Ese jardín de flores detenidas en invernaderos pobres.

Su sueño de poseer granos de café en la ventisca.

Tengo el mismo sueño una y otra vez, mis miserias

traspasan el velo de noche, y rompen a llorar mis sentimientos

sobre rocas de mar. Yo observo el plan de nacimiento:

oscuro en su boca de placer y oculto en mis labios patéticos.

 

 

 

Bien. Para escribir es preciso separarse totalmente

de uno mismo. Suscribir la otredad, necesaria como

pan de mayo, como agua de abril, deslizándose

sobre las venas amoratadas.

 

Qué extrañeza, entre tus labios, la hiedra naciente!

Y la aurora, tan blanca, que repiquetea sobre los tejados

y en tu cuerpo. Refulge en mí el agua de los canales.

Su propia manera de adecuarse al signo de la frente.

 

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