Hacerte comprender,
tan difícil es.
Me dijiste que era yo
el que no comprendía.
Tal vez estés en lo cierto.
Pero esto que yo siento,
no puedo arrancarlo
de mi corazón.
Sentimientos de un enamorado
de una viuda mujer
que se ha vuelto a enamorar.
Lo triste es, que no
de mí, de otro.
Pero tú sabías que
antes de que tu marido
partiera, para no estar
más en este mundo,
yo te amaba.
Claro, cómo voy a ser
correspondido, si tú nunca
me has amado.
Conozco los sentimientos
que tienes hacia
tu nuevo amor.
Conozco qué se siente
al estar enamorado.
Porque yo lo estoy
de ti. Igual
tengo que decírtelo.
Desahogar mis sentimientos,
diciéndotelos.
Tú los conoces.
Te los reitero.
Este profundo amor
que siento sin ser correspondido
por el tuyo.
Mi amor es pecado, lo sé,
porque soy casado.
Pero no feliz.
Comenzó esta infelicidad,
el día en que te conocí.
Hace un año.
Tiempo que he estado
pendiente de tu vida,
sabiéndome infiel hacia
la mujer que llevé
al altar. Promesa de amor
que hice delante de Dios.
Y que ahora, sin concretar
nada nunca contigo,
estoy faltando a mi promesa.
Este amor no correspondido,
esta necesidad de ti.
Pero otro me ganó
en esta batalla
de sentimientos.
He sido muy crédulo al creer
que podría tener algo contigo.
Me sonrojo al pensar
que mi esposa llegase
a enterarse de este
sentimiento por ti.
Un sentimiento que
tendría que arrancármelo
del alma. Pero no puedo.
Pienso... que mi actitud
no es la correcta.
Soy consciente de ello.
A veces me pregunto
si es amor o si es deseo...
Solo con mi pensamiento,
hablándote estoy, mujer.
No estás conmigo.
Pero tú sí estás en mí.
Mi mente tiene la obligación
de decirte adiós.
Excluirte de mis pensamientos.
Mi esposa me da placer.
Y tiene ella el mío.
Somos dos cuerpos que amándonos,
somos felices. Entonces...
por qué esto que siento...
Infidelidad interior.
Absurdo corazón,
deja de tener esperanzas,
nunca serás correspondido.
Seguiré mi camino.
El de la resignación.
El camino del olvido.
¿Podré olvidarte?
Si nunca te he tenido.
Trataré de olvidarte, mujer.
Tú sigue amando a quien amas.
Tu esposo murió,
y tienes un nuevo amor.
Yo, debo llegar a casa.
Ella está esperándome.
Tengo que llegar a ella.
Abrir la puerta. Llamarla
por su nombre.
Verla, abrazarla y besarla.
Y entregarle, nuevamente,
para siempre, mi corazón.
Solo tengo que decirte adiós.
Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto-08/09/2012)