Pon en mi lecho cuando esté dormido,
una corona de inmortales besos,
un concierto de pájaros traviesos,
y de rosas mi féretro vestido.
Cuando mis pensamientos se hayan ido,
y en un collar de estrellas queden presos,
rememoren aquel que con excesos
supo gozar de todo lo vivido.
Que suene música y se esparzan flores,
y tú no guardes luto ni me llores,
la vida se termina en un segundo.
Mantén en tu semblante toda calma,
porque en lo más profundo de mi alma
queda solo tu luz y amor fecundo.
Claudio Batisti