Raiza N. Jiménez E.

La carta que no escribí.-

A escribirle unas líneas me propuse y flaqueé.
He de decirle, me dije, que una vez yo le amé…
****
Fue tanto, tanto, ese amor que en mi pecho una
ventana al corazón se abrió, quería dejar salir el
dolor, pero le faltó el valor y la amargura torpe
y adormecida por el llanto, adentro se quedó.
 
¡La carta que no escribí, en mi alma, se muere!
****
Cuántas veces lo deliberé e hice el intento, pero
la pluma desobediente, rodaba de mis manos
trémulas y, ante el húmedo papel, no se atrevió.
No dejó, con la negra tinta, sus contritas huellas.
****
Es el destino, tantas veces me dije, para engañar
mi apenada y vaga razón que rehuía a la verdad.
¡Son letras viejas que reviven al recuerdo del ayer!
****
Hoy, con certeza grávida, me miro y palpo mi alma.
El sentir es conspicuo, no se puede ocultar, cuando
es real y verdadero, aunque lo asfixie la melancolía.
 
No es el momento, se ocultaron las palabras y los
verbos no me riman, he quedado exigua de frases.
Pero pienso todos los días, que escribiré esa misiva.
****
¡Escribir cuando nos consume la pena, es apuñalear
el alma, se ha de esperar que el duelo vacíe el llanto
y que la tierra, nos dé su capricho, en rosas convertido!