Divaga en las penumbras
quien no se atreve a deleitar
el incesante y monótono andar diurno
que se asemeja a la temida libertad.
No basta con sumirse
en la vaga simplicidad
que elude al desciframiento trivial
de incrédulas almas en agonía
en busca de un gramo de divinidad.
Espejismos son los que contemplamos;
nada se conduce más allá de lo anhelado.
porque no hay tregua existente
en el ahondar entre lo real y lo falso,
solo restos de seres lastimados.
Y tal vez descender a escala del alto árbol,
sea la remota salvación esperada
de aquellas almas con fervientes
y trémulas entrañas
que intentan volar con rotas alas.