Una noche sollozaba junto a mis hermanos cuando lo supe al fin
y un lucero en el oriente indicando epifanía vi brillar
más hoy dos de mis reyes magos ya no están.
No fueron sacerdotes eruditos, solo supieron vivir,
nunca radicaron ni visitaron el antiguo oriente
y no aparecieron precisamente tras el nacimiento de Jesús de Nazaret,
los camellos, caballos o elefantes jamás logré encontrar,
más hoy sí, magia, pureza y gratitud en mi pecho como flama
acuden desde mi infancia en recuerdos de regalos
regalos que lo vuelven a ser, y sin embargo me gustaría
tenerlos, verlos de nueva vez, hacen falta como pbsequio,
su presencia y los abrazos toda su gran calidez…
¿Cómo rendirle homenaje, cómo precisar sus nombres
cómo no llorar si mi corazón aun triste por ellos está.
Siempre fueron tres: les llamaba en vida papá, tío y mamá,
hoy solo me resta ésta última y también vuelvo a agradecer
la dicha y la riqueza de poderla disfrutar.
No sé quién fue Melchor, Gaspar o Baltasar,
Tendrían que pasar varios siglos para poder siquiera olvidar
la hermosa tradición de convertir en mágica la noche de Reyes
y de envolver mi mundo entre su amor y sus sonrisas otra vez,
nunca fue la muñeca soñada, lo solicitado en una carta,
solo el agrado de algo nuevo con el que me sorprendí y fui feliz.