Siempre creí ser una rosa,
delicada, vibrante,
inolvidable.
Siempre imaginé mi alma...
como un montón de pétalos
y a mi corazón...
como espinas inquebrantables.
Siempre, sonriendo,
con un aroma memorable,
floreciendo y soñando,
con mariposas rodeándome en primavera.
Yo, una rosa
de perecedera hermosura,
de armadura tentadora,
etérea.