Para un momento,
detente en el camino.
Estás cansado.
Dale a tu cuerpo
un poco de respiro
que lo merece.
Luego prosigue,
la marcha continúa
y es algo larga.
Es ley de vida,
parar por el cansancio,
no somos niños.
Y es que hace tiempo
podíamos andar
días y días.
Sin detenernos,
bebiendo apenas nada,
y mal comiendo.
Hoy, la distancia,
es larga, como entonces,
pero más dura.
Y son los años,
que cargan las espaldas
como las piernas.
Pero conservo
la fe, con la esperanza,
de acariciarte.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/11/21