Hugo Emilio Ocanto

*** ¿Es cierto que tú no eres mi padre? *** - Diálogo teatral - Autor e intérprete: Hugo Emilio Ocanto -

¿Es cierto que tú no eres mi padre?

(Jorge está en la cocina preparando

la cena. Corta chauchas y las coloca

en la cacerola. Mira reloj de pared.

Son las nueve de la noche.

Mientras la comida se está

cocinando, lee el diario)

...........................................

--Este muchacho que no llega...

¿Le habrá pasado algo?

Ah, claro, me imagino qué le pasó.

(Ric, su hijo, llega)

--Hola papá.

--Hola Ric. Qué tarde has venido.

Son ya las diez y media...

--Lo sé papá. Me demoré porque

tuve que terminar un partido

de cartas con los muchachos.

--Lo suponía. No hay problema.

Lo importante es que llegaste, y bien.

--Voy a lavarme las manos.

--Anda hijo, mientras caliento

la cena.

--El agua sale que parece escarchada,

refría... Oh, qué bueno, mi plato

preferido. Cazuela de pollo.

--Especialmente hecho porque

sé que te gusta y hace

tiempo que no la hacía.

(Cenan, casi sin hablar)

--Qué callado estás esta noche, hijo.

¿Tienes algún problema? te noto triste.

--No papá, en realidad... ¿Te sirvo

más vino?

--No Ric, suficiente. Si me llega a ver el médico,

me saca la cabeza...En realidad qué decías...

--Papá, quiero hacerte una pregunta.

--Hazla, para eso estamos... Para

dialogar como padre e hijo.

--Hablando de padre e hijo...

Papá, ¿Es cierto que tú

no eres mi padre?...

--¡Ric! ¿De dónde sacaste eso?

--Del bar. Alguien me lo dijo.

No tiene importancia quién...

¿Es cierto, papá?

(Ambos se miran fijamente.

A Jorge se le cae una lágrima)

--Es cierto Ric. No soy tu padre biológico.

--Entonces es cierto que he sido adoptado.

--Ric, es una larga historia...

--Y yo soy parte de esa historia.

¿No te parece que tendría que conocerla?

--Sí Ric.

--¿Entonces? Espero me la cuentes.

--Sabes que tu madre, que en paz descanse,

y yo, nos casamos teniendo ambos

cuarenta años. Ella a esa edad no

pudo gestar. Tu madre cuando te tuvo,

después del parto falleció.

Su esposo, tu padre, se separó

de ella antes de que tú nacieras.

Una tía tuya, hermana de tu madre,

estaba casada y tenía cuatro hijos.

Al enterarse que tu madre, digo, mi esposa,

no podía concebir,

nos preguntó si nosotros queríamos

recibirte en adopción. Le contestamos

muy felices que sí, y desde ese momento

te convertiste en nuestro hijo.

Tenías dos días de vida.

Hace ya, treinta largos años...

--Treinta años que estuvieron mintiéndome.

¿Por qué no me dijeron la verdad?

He tenido que enterarme por un tercero

después de tantos años...

¿Por qué papá?

--Porque no nos animamos a decírtelo.

Esas cosas que a veces suceden.

Muchas veces intentamos hacerlo...

pero fuimos postergándolo,

y así pasaron los años, casi sin darnos cuenta.

Antes de que falleciera mi esposa,

hace cuatro años, me pidió expresamente

te lo dijera, pero no me animé a hacerlo.

--¿Por qué?

--Porque tenía miedo, no sé, de perderte,

de que te fueras...

--¿Ya no tienes más miedo?

Te has enfrentado a esta verdad porque

yo he tenido que iniciar la conversación.

¿Hasta cuándo me ibas a tener

con esta mentira?

--¡Ric! Para nosotros era y es como si

fueses nuestro propio hijo.

Siempre nos quisiste como padres,

por ser tan buen hijo,

y nosotros desde el primer día

te amamos como a nuestra propia vida.

(Nuevamente se miran profundamente a los ojos)

--Pero papá... tuvieron la cobardía de decirme la verdad...

--Lo sé Ric... hijo... tienes razón...

--¡Por qué ustedes no usaron la razón

y se animaron a decirme la verdad!

--Ric, me estás gritando...

--Te grito por impotencia...Porque

no puedo entender este silencio

que han mantenido  durante toda mi vida.

¡Fueron unos cobardes!...

--Tienes razón, hijo. Fuimos unos cobardes.

Sobre todo yo. Si le hubiese hecho caso a mi finada,

hace cuatro años que lo sabrías. Pero no me animé,

compréndeme... no me animé...

--¿Y tú me comprendes a mí?

--Sí, hijo, toda la vida te he comprendido...

Ric, mírame...¿qué te están diciendo mis ojos?

¿Crees que ellos mienten? ¿Mis ojos te están mintiendo?...

Toda la vida te he amado. Los dos... tu madre y yo...

Tú te quedaste al nacer sin tu auténtica madre...

Y mi esposa y yo fuimos tus auténticos padres... toda la vida...

No bajes la mirada...

 Mírame Ric...

(Nuevamente se miran, intensamente.

Hay silencio. Un gran silencio. Como si

nadie estuviese allí. Profundo silencio.

Los ojos de ambos, tienen lágrimas.

Lágrimas de reconciliación...)

--¡Papá!...

--¡Hijo!...

--¡Te quiero papá!...

--¡Te amo, hijo, te amo!...

(Se confunden en un interminable abrazo.

Abrazo de padre a hijo)

Todos los derechos reservados del autor (Hugo Emilio Ocanto-13/08/2012)

 

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