Soñar es de los hombres alimento
que cambia la tristeza en alegría
trayendo la preciosa sinfonía
que llena de fulgor el pensamiento.
Un sueño es un suspiro desde el alma
que porta del fervor la dulce calma
que sirve a nuestras vidas de sustento.
Aquellos que carecen de ilusiones
jamás comprenderán que amor y rosas
Exhalan sus perfumes fascinantes
y embriagan a las bellas mariposas.
Los sueños son magníficos festones
con música y destellos deslumbrantes
que traen de la fe sus bendiciones.
La vida y su fulgor han de enseñarte
que debes proceder igual que un niño
que tiene el corazón de piel de armiño
cargado de ilusión y de pureza.
Tu nunca de soñar puedes cansarte
pudiendo disfrutar de la belleza
si llevas tu quimera de estandarte.
Sin sueños es la vida cual desierto
que todo lo contemplas desolado
mirando que esperanza se ha marchado
y en páramo infecundo se convierte.
Sentimos la existencia tan inerte
mirando nuestro entorno mustio y yerto
y al triste corazón con rumbo incierto.
Por ello es que los sueños son las velas
que prenden una chispa en lontananza
y tienen el reflejo de la gloria
que puede para tí cambiar la historia
bordada de magníficas estelas,
si luchas con denuedo y con templanza
y montas tus anhelos con espuelas.
Autor: Aníbal Rodríguez.