Si de deseos hablamos
la salud es lo primero,
todos la necesitamos
como la espada al guerrero.
Mas cuando los años pasan
en incierto trajinar;
con lo que pueden, arrasan
como tifón en la mar.
Y van quedando lesiones
que a nuestro cuerpo combaten,
y sin muchas dilaciones
poco a poco nos abaten.
Hay un sinfín de lamento
por encima de mi sino,
que me arrincona con viento
en el final del camino.
Pidamos por la salud,
quizás sea concedida;
es ella una gran virtud
que siempre es bien recibida.
Con acero y con adarga
algo ciegos como albinos;
emprendamos lucha amarga
cual quijote y los molinos.
Y en nuestra última batalla
no bajaremos los brazos;
igual que barco que encalla
en el mar de los Sargazos.
Jorge Horacio Richino
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