El pequeño Joey, siempre escucho que existía un gran Dios.
Un día, tuvo el anhelo de conocerlo, y escuchar, su dulce voz.
Colocaba sus oídos en los árboles, en los ríos, y en todas partes.
Al no escuchar nada…
Descendió su oído a tierra, pero tampoco… solo escuchaba las pisadas.
Aprendió a cantar, tan hermoso como las coloridas aves,
Aunque cantaba más fuerte que ellas, la tierra era demasiado grande,
Y su voz se perdía en el vacío.
Subió la más alta colina, para llamar a los ángeles,
Pensó…
\"Ellos me llamaran a Dios\"
...Pero ningún Ángel, le contestó.
Escuchó, un estruendo del cielo, y empezando a llover.
Llovió como nunca, el gran mar del cielo, se vació.
Tal vez… Dios está muy triste, y llora afligido y desconsolado.
La lluvia paró. El cielo se volvió tan azul como sus ojos.
y salió el sol.
Una joven que pasaba, se conmovió, al verlo en llanto,
Y a su iglesia lo llevó.
Al entrar el pequeño Joey, sintió algo diferente…
Lo recibieron, con un Amor, que él, no conocía.
Porque nunca, lo había albergado en su vida.
Se sentó tranquilo, y se sintió como en su casa.
Escucho cantos celestiales, todos unánimes adoraban a Dios.
Oyó una voz, y se dio cuenta, que conocía su corazón.
El pequeño Joey lloró y lloró desconsoladamente.
No sabía, que Dios escudriñaba su corazón.
Una hermosa paz, lo abrazó, con mucho Amor.
Potente, como el más recio trueno.
Pero amorosa y suave, como la miel Celestial.
Ese día, Dios le enseñó a Joey,
que existe un Dios Vivo, que habla.
Y Joey se sintió muy afortunado.
Dios extiende su mano poderosa.
Y toda alma sedienta de Él.
Sera saciada, con su palabra de poder.