A la luz de las estrellas
jamás le impide brillar
una nube que al pasar
nuble un poco sus centellas.
Y las corolas tan bellas
del tierno y blanco azahar
la lluvia no ha de quitar
de la natura sus huellas.
Y al arrullo del amor,
que nos hace estremecer
igual que trino de mirlo;
egoísmo y desamor
no me podrá convencer
que dejara de sentirlo.
Autor: Aníbal Rodríguez.