José Luis Barrientos León

Ella

 

Intentaba volar en la noche arqueada

Profunda de oscuridad, llena de inmensidad y silencio

Pero sus alas estaban rotas y su mirada perdida

Confundía las tinieblas, con el desierto olvidado

Abandonado de ilusiones, entre simunes y arenas

 

Transitaba por callejones del alma, lúgubres, abandonados

Reposando en camas ajenas, vestida de aflicción y amnesia

Con sus ojos salvajes transmutados en porcelanas

Y sus manos de coraje en aceros oxidados

Llegaba entre nubes negras, confundiendo el desierto con el agua

 

Intentaba volar, pero su espíritu ya no era ave

Era silencio de entraña, con ilusiones ahorcadas

Sin sonidos, sin latidos, como esperando la nada

Como llovizna sin agua, como río sin montaña

 

Pero ella, nunca olvidó lo que amaba

Volar siempre anhelaba, sobre la mar en la noche arqueada

Encender farolas y esperanzas, como estrellas doradas

Saltar bajo la lluvia, cantar de madrugada

Ella quería ser viento, húmeda como tierra anegada

Su mirada en la lejanía esperando lo deseado

Amor de libertad sin género

Aunque las alas estén quebradas