Pálido y febril en helado lecho
me ocurren horas de insomnio y dolor,
solo hay oídos sordos al clamor
mientras la zozobra yace en mi pecho.
Como aquel enjambre que por derecho
la colmena de origen abandona
a mis ideas su ponzoña encona
picando mi ego hasta verlo deshecho
Sediento de amor sueño con el día
que unte en ni herida esencia de ternura
expeliendo la soledad umbría
balsámico refugio de un abrazo
que a mi pobre alma le traiga la cura,
cobijado ufano en aquel regazo.