Montados en el tranvía, al que le llamamos vida,
sin tener psicología, no se encuentra la salida.
He aprendido con los libros, un poco más con mi abuela,
pero la mejor escuela, me la va dando los años.
No hay nadie raro, ni extraño,
solo le falta cariño.
Si tú ves a un arrogante, es el disfraz del mezquino,
y el noble siquitrillado, se convierte en asesino, por el desprecio causado.
Con el oportunista, debe tenerse cuidado,
cuando le dices su error, él intentará voltearlo.
Siempre los manipuladores son las víctimas de todos y jamás los victimarios.
A veces, encuentras personas que entradas en la vejez,
justifican sus acciones con traumas de la niñez, no llegan a superarlos.
Ser que a su pareja no la atiende como es,
cuando se va y lo deja llora como un bebé,
son lágrimas de cocodrilo, sin que se ofenda el reptil.
Para algunos la mentira es como un talismán,
pues habrá que demostrarles dónde esconde la verdad.
Cuando converses con alguien y no te mire a la cara,
o te baje la mirada, es que no presta atención,
llègale al corazón,
puede que cambie mañana.