Josefina Barreto

ELLA y ÉL

Ella era una guitarra, de esa forma de cuerpo

y esas notas del alma.

Él no supo tocarla, que vibrara  al  llevarla

a alcanzar entre acordes su mejor melodía.

Eso él no lo sabía.

 

Ella era mármol puro de la mejor cantera;

él nunca fue escultor,

y jamás entendió ni buscó la manera

de lograr que sus manos cincelaran su cuerpo.

Y el mármol siguió yerto.

 

Ella era una hoja en blanco del papiro más fino.

Él no sabía escribir,

ser un hombre letrado nunca fue su destino .

Y se quedó el papiro

sin que alguna grafía le arrancara un suspiro.

 

Ella era el mejor vino, de cosecha excelente,

de sabor exquisito, para gusto exigente.

El no solía beber.

Y ese vino preciado terminó derramado

por dejarlo correr.

 

Ella era una madonna  de belleza de hada

de alas de querubines, como nívea paloma.

El jamás creyó en nada.

Y esa cara de ángel se esfumó entre la bruma

por la lluvia empapada.

 

Ella ahora se ha ido;

se escapó alguna noche entre el miedo y la duda.

Ha desaparecido.

Él la busca, no entiende; la verdad es tan cruda,

le dejó malherido.

 

Ella sigue presente

en su absurdo inconsciente, en su vida desierta.

Él no puede olvidarla.

Sale, loco, a buscarla sin que nadie lo advierta.

Sigue viva en su mente

…a pesar de estar muerta.