Era un día muy peculiar.
De esos que hacen parecer que tu ímpetu de vivir
se fue por el retrete con tu meada mañanera.
Y tu día de mierda comienza cuando jalas de la cadena.
Cabe mencionar que el clima influye bastante en días como este,
miro el cielo y está repleto de nubes grises,
ni un solo espacio color azul.
En días así el tiempo parece transcurrir más lentamente
o bien soy yo el que vive más rápido,
quizá para combatir el frío.
Son días lúgubres, sombríos,
todos y cada uno ponen de su parte,
las personas atavían prendas oscuras
para atraer los escasos rayos de sol,
los imprudentes salen de sus agujeros
los que padecen pendejismo
y los imbéciles hacen de las suyas.
Pero días como estos,
fríos y lluviosos,
nos hacen apreciar el contacto físico,
hasta el más mínimo de estos
es realmente cálido,
reconfortante.
Los autos parpadean,
pues sienten lluvia,
también tu sientes la lluvia.
Me gusta la lluvia.
Me encanta la lluvia,
te hace ser tú mismo,
te obliga a quitarte las gafas
y ver lo que realmente puedes ver,
lo que debes ver.
tu ropa se empapa,
se pega a tu cuerpo,
tu silueta queda al descubierto.
tu peinado se arruina.
Y transparenta quién eres.