La terrible afición de los celos,
Es la estupida ambición del amarte,
Es aborrecer el espacio, es odiarte,
Es quejarme de cualquier movimiento,
Es crearme siempre en mi cabeza este tormento,
Que no cesa, que no creo que acabe,
Por que tú no cambiaras,
Y eso aniquila mi psique, mi estructura,
La llena de llagas, de heridas,
Que tú no sanas, que abres más,
Que no te importan,
Que simplemente se amontonan,
Que piensas que no es así,
Que piensas que no es por ti,
Tan solo crees que debe ser como tú piensas,
Crees que no dañas a nadie más,
Y no te ves al espejo,
¿No ves acaso ese reflejo?
Que aniquila sin mesura
Que lastima sin cesar,
Que aturde mucho más que a radiar,
Que me tiene a punto de llorar. . . .