En la soledad, el espejo, empañado
el marco de oro opaco, y el pesado
pasado colgando de un maneral.
He aquí, me tienes jugando al alfarero
con mi corazón de barro, intentando
recoger mi maltrecha dignidad
Hoy voy a sangrarme, sacudirme las
sanguijuelas, a prepararme un capuchino
de vainilla y cianuro, remedio para el olvido
y aquí en este suelo llano, donde desparramado
luce el orgullo de un hombre necio, haré una
reverencia a tu engaño, a tu amor falso.